En el ámbito de tratamiento, La Esperanza específicamente comprende rehabilitación y reinserción laboral, social y familiar. El modelo de tratamiento es de abstinencia total con énfasis en el desarrollo humano y el desarrollo de competencias laborales y habilidades para la empleabilidad. La duración del tratamiento es de 2 años aproximadamente: primer año intensivo en modalidad internado o ambulatoria, con 12 a 18 meses posteriores de acompañamiento en la reinserción, etapa en que nuestros usuarios se incorporan al mundo laboral de manera estable (condición excluyente para pasar a esta etapa) y asumen su rol familiar y social, tanto si se trata de personas con discapacidad como sin ella.
Solo tras dicho período, se considera que la persona ha concluido con éxito su tratamiento, clasificándose como “re educado(a)”.
Desde un inicio, el tratamiento aborda simultáneamente 4 líneas de trabajo: psicológica, laboral, familiar y espiritual/cultural que completa la visión humanista del método en La Esperanza, dando espacio a la búsqueda de un sentido y otros valores del quehacer humano.
El programa de Reinserción de La Esperanza está orientado a un perfil con compromiso biopsicosocial de moderado a severo. El diagnóstico en estos casos permite ver un deterioro importante en las distintas áreas de la vida de la persona, debido a un uso problemático de drogas; por ejemplo pérdida del trabajo, o irresponsabilidades reiteradas. En el área familiar se percibe un quiebre o problemas relevantes de relaciones. También algunos casos presentan conflictos con la justicia.
Los programas de tratamiento de Corporación La Esperanza se han ido profesionalizando y especializando cada vez más, liderando en resultados y constituyendo un modelo único, adaptado a la realidad nacional. Se basan en 24 años de experiencia institucional, sumado a avances, metodologías e intervenciones respaldadas por la comunidad científica.
Debido al consumo severo y prolongado de drogas y alcohol, algunos de nuestros (as) usuarios(as), padecen de limitaciones o deficiencias –temporales o permanentes- que no les permiten interactuar con su entorno de manera plena y efectiva, en igualdad de condiciones con los demás. De esta manera, la dimensión de reinserción laboral de nuestro programa, hace posible que ellos (as) vuelvan a ser laboralmente activos (as), a sentirse útiles y funcionales en la sociedad, algo fundamental desde el punto de vista de la dignidad humana, dando sentido a su rehabilitación. Asimismo, es indispensable para su permanencia a lo largo del tiempo.
La reinserción es una de las etapas más críticas de tratamiento, porque luego de estar un año o más en un sistema protegido (a), y lógicamente tras el daño cognitivo y/o aislamiento de su entorno familiar y social por causa del consumo, el individuo debe enfrentar el mundo social y laboral con las herramientas ya adquiridas. Si la persona egresa estando cesante, las posibilidades de recaída aumentan exponencialmente. De ahí la exigencia de que todo usuario (a) salga con un trabajo en el cual desempeñarse y/o una instancia de estudios formales.
En 2019, 61 beneficiarios de La Esperanza se reinsertaron laboralmente.
En sus 25 años de existencia, La Esperanza ha reinsertado laboralmente a más de 500 usuarios.
Su propósito es generar competencias y desarrollar habilidades tanto técnicas como blandas para la empleabilidad. Puntualmente, a través de talleres laborales se pretende desarrollar el apresto laboral como parte del proceso de rehabilitación, facilitando el proceso de reinserción socio laboral futura. Sus objetivos son terapéuticos, permitiéndoles reforzar, reparar y fortalecer destrezas, competencias –responsabilidad, puntualidad, higiene, cumplimiento de instrucciones y metas, entre otros-, y conocimientos que más adelante les permitan reinsertarse adecuadamente a la vida social.
El 100% de los usuarios realiza talleres laborales y de instalación de hábitos laborales para cumplir uno de los objetivos principales que es la reinserción laboral. Además, se les apoya en la búsqueda de trabajo y se realiza seguimiento del egresado.
En 2019, Corporación La Esperanza se presentó como institución benefactora de la Ley 21.015 y fuimos aceptados por el Consejo de Donaciones del Ministerio de Desarrollo Social como institución acreditada para capacitar, incluir y reinsertar laboralmente a personas con discapacidad, derivadas del consumo de drogas.
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Este es un proyecto pionero a nivel país, ya que por primera vez se valida que una persona con consumo severo de drogas puede tener discapacidad. La principal necesidad que se busca abordar en el proyecto es la falta de acceso a instancias de capacitación y participación laboral de las personas con discapacidad, de origen mental psíquico y cognitivo, producto del inicio temprano o de muchos años de consumo severo de drogas. También, busca darles la oportunidad de un trabajo que cuente con las condiciones y la cultura que le permitan desempeñarse plenamente.
Público Objetivo:
– Hombres y mujeres mayores de 18 años vulnerables, que poseen discapacidad adquirida producto de un consumo problemático de drogas y un deterioro biopsicosocial de moderado a severo.
– Que cuenten con credencial de discapacidad o bien accedan a obtenerla durante su participación en el programa.
– Provenientes de sectores socioeconómicos vulnerables de las regiones Metropolitana, Arica y Parinacota y del Libertador General Bernardo O´Higgins
– Que estén participando del programa de rehabilitación en Corporación La Esperanza (Centro de San Joaquín, Centro San José y Centro Santa María).
Impacto de este proyecto:
– Actualmente tenemos 38 participantes con toda su documentación al día (Informe social, Informe médico, IVADEC), esperando poder ingresar al Comisión de Medicina Preventiva e Invalidez (COMPIN), para su tramitación.
– En cuanto se pueda, los participantes asistirán a los talleres, en forma periódica y abordarán este tema en terapia. Además un porcentaje de ellos se certificará en capacitación SENCE, a través de cursos del Programa Becas Laborales asignados, de Elaboración de productos de pastelería y repostería. Para Arica, hay un curso asignado de “Pintura de muros interior y exterior” y para Rancagua de “Corte y confección de cortina y artículos para el hogar”.